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El decasas.org |
Mujeres como casas....sí, eso somos.
Con montones de secretos, esquinas y rincones en donde se guardan sinsabores y alegrías, experiencias que se van acomodando entre los muebles y la vida. Siempre con cajones, armarios, puertas que permanecen cerradas a veces por demasiado tiempo y cuando se abren desprenden un olor a viejo y a cansado, a recuerdos que no se disfrutaron del todo que se encerraron ahí, en un cajón de la vida a veces por conciliar y buscar paz interior. Con áticos y sótanos llenos de cosas acumuladas por años.
Casas que llenamos con suspiros ¡las mujeres estamos llenas de suspiros!, anhelos que se quedan suspendidos entre las paredes de las recámaras y en las oficinas que en ocasiones se convierten en casas, o en los negocios que fueron levantados de peso en peso y que se vuelven las casas en donde se educa a los hijos. Y estos suspiros no pueden estar encerrados entre cuatro paredes, a veces logran escapar y se quedan rondando en la atmósfera… y si sales a las calles y logras estar en silencio aunque sea por unos minutos, los recoges en la piel y muchas veces te sirven para ir por el día con la cabeza en alto. Suspiros compartidos que hablan de batallas que se libran apenas abrir las puertas de las casas. Sé que si esos suspiros pudieran tener colores pintarían el cielo como una inmensa aurora boreal.
Las casas viejas guardan y resguardan tradiciones que son las que finalmente le dan sentido a las familias, las nuevas, sólo esperan ser vividas alegremente. Pero viejas y nuevas, son casas que aspiran a ser hogares, que reclaman ser habitadas, tratadas con cariño y reparadas cuando se les hacen grietas. Con ventanas que deben ser abiertas todos los días para que el aire de la mañana entre y se arremoline entre las sábanas.
Las mujeres como casas que deben ser vividas y disfrutadas, y que sin son maltratadas se resquebrajan y se agrietan muchas veces, más allá de una reparación.
He escuchado historias de mujeres cuyas vidas toman giros trágicos y aun así, reinventan, corrigen y encuentran. Mujeres que han visto sus cuatro paredes desmoronarse y sus ventanas romperse en añicos pero al tiempo, se reconstruyen desde los cimientos.
Las mujeres como casas que esperan ser vividas, disfrutadas y tratadas con respeto. Sin maltratos y abandonos.
Aunque en ocasiones hay casas que es mejor dejar solas porque así es como sus muros permanecen en pie.
Mujeres como casas…sí eso somos.
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Muchas gracias amiga.
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Recuerda, soy Alejandra Coghlan y estás en mi casa que es tu casa.
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